domingo, 9 de enero de 2011

Yo contigo a muerte

El contador a doscientos. El ruido de la moto de Tom, SU MOTO. No se me pasa nada por la cabeza. Hasta que se enciende una lucecita. Sin gasolina. Suspiro. Típico de Tom, dejarme la moto sabiendo que le queda poca gasolina. ¿Donde voy cojones voy a encontrar una gasolinera abierta a estas horas?



He tenido que ir con la luz roja encendida media hora, hasta que he llegado a la gasolinera. Son las 3 am. y no parece que haya ningún empleado dispuesto a ayudarme a reponer el combustible. Decido darme un respiro. Aparco la moto y entro en el bar de la gasolinera. Voy a probar de llamar a alguien.



Mi madre no contesta, y no me extraña. Pero mi hermano tampoco, mis preocupaciones sobre si le ha pasado algo se accentúan.



Solo me queda reflexionar.



Pienso en como van cambiando las cosas. En como de repente, puede llegar alguien a tu vida, desordenártela, y irse sin más. Parece sencillo. Como Tom y yo nos fuimos del antiguo grupo, el de los populares, sin dar explicaciones. Él nunca me dijo por qué, ni yo a él. No necesitábamos darnos explicaciones.

Y como sin saber como, llegamos a conocer a Elsa, Eloy, Carol, Alex, Isma...

Recuerdo como, tristemente, un día podía estar muriéndome yo, y al siguiente Tom. Como él me ayudó en los peores momentos, y yo no pude ayudarle él. Pero sin embargo, él sigue ayudándome, y aquí estoy con su moto. Aunque ya no estemos juntos, me da la sensación de que quiere cumplir lo que me dijo.



-Yo contigo a muerte.


Y así como así, llegué a creer que había muerto. Habría entregado mi alma al diablo por que siguiera vivo. Y está vivo, pero no puedo dirigirle la palabra practicamente. Además, ya no me quiere, está con otra.



Y siento pasarme el día pensando en Tom, y no ver lo que me rodea. Lo fantásticos que son mis amigos, todo lo que han echo por mi... Cada vez que me caigo consiguen levantarme, y yo no se lo agradezco nunca, es más, llego a pensar: Ojalá fueras Tom.



Pero la vida sigue su curso, y llega Mario. Un chico especialmente normal. No tiene dones, ni pasado... Pese que él no lo sepa, nunca se sentirá aceptado en el grupo. Le falta algo que tenemos todos los del grupo: Tener escrito el futuro.



Él no estaba apuntado en el muro que encontramos el año pasado, en el que ponía las iniciales de los del grupo y su don.



-Señorita, estamos cerrando.



-Ya me iba.



Y me levanto dispuesta a recorrer mi camino hasta el hospital, después de haber puesto gasolina. Pero nunca llegaré a ese hospital.

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Gracias!